No son pocas las oportunidades donde me encuentro con algunos funcionarios de variada jerarquia y me consultan sobre las dos o tres cosas que se deben hacer y no hacer a la hora de enfrentar a un periodista.
Por lo general la consigna que les ofrezco es poder entablar una relación previa a los sucesos que permita que los conozca, sepan de su trayectoria y reputación, de modo tal de convertirse en fuente de información permanente.
Si esto no es posible, es decir, nos consultan esponteamente por un tema puntual, les recomiendo entender cual es juego que nos propone nuestro interlocutor: ¿de qué tipo de programa se trata?, ¿qué perfil tienen los periodistas? ¿a qué público se dirigen? ¿qué información esperan de nosotros? En fin conocer de que se trata.
Por último, y no por ello menos importante, mantener la calma. No estamos frente a un tribunal ni una corte marcial de las que vemos en las pelíuclas. Sinceramente quieren información de nosotros y podemos poner límites si la forma en que nos interrogan contiene faltas básicas al respeto.
Ahora bien, parece sencillo, pero no lo es. Fijense en este ejemplo de un funcionario público que en lugar de brindar información, utilizó el valioso tiempo ofecido para defenderse de cosas de las que nunca fue acusado. Por si fuera poco, enfrente tenia al Sr. Samuel Chiche Gelblung que logró encolerizarse no por el tema de la falta de vacunas contra la Gripe A en Concepción del Uruguay, sino por la ausencia de capacidad del funcionario para resolver la situación.
Uan vez mas me remito a las ideas de Paul Watzlawick de que todo comunica aún cuando nos proponemos no hacerlo. El punto clave es como lograr que un mensaje llegue a los destinatarios con la misma intención que le dio el emisor, al iniciar el proceso de comunicación.
http://audioblogs.cienradios.com.ar/chiche/archives/2010/04/leguiza.html
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